Nuestras comunidades y las salinas
La mayoría de las comunidades vivimos de actividades pastoriles, cría de ovejas y llamas, complementando nuestras economías con la
producción agrícola en menor escala en pequeños lugares fértiles y cálidos. La sal es un complemento básico, pues es el producto que
nos permite obtener otros recursos. Muchos de nosotros, trabajamos o hemos trabajado en las Salinas. Éstas nos han provisto sustento
por generaciones, antes mediante el trueque y los viajes de intercambio, y luego como jornaleros en las cooperativas salineras o como
vendedores en los mercados regionales. Las Salinas tal cual se conocen, son parte de nuestra historia e identidad.
Desde esta perspectiva la sal no es un recurso económico, sino que constituye un “ser vivo”: tiene un ciclo de crianza, al igual que la
siembra. En los meses de octubre y noviembre de cada año se realiza la “siembra” mediante la construcción de piletones; a partir de
diciembre y hasta febrero -período de lluvias -, la sal se “cría” en los piletones; la “cosecha” se da desde marzo hasta mayo; a partir
de este mes la sal se traslada hasta las instalaciones en donde se la fracciona para su comercialización. En agosto, pidiendo un buen
año para la sal y nuestros territorios se da ofrecimiento a la Pachamama, siempre en el mismo lugar, con la ofrenda de hojas de coca,
comidas, bebidas y la sahumada con coba. Así se renueva el ciclo de la sal, que conserva una periodicidad idéntica a las fases agrarias
de la Quebrada, Puna y los Andes. La producción está llena de ritualidades, de prácticas, de secretos que reproducen una identidad
cultural preexistente al Estado.
En torno al uso de la sal, las comunidades guardamos un conjunto de conocimientos aprendidos de los mayores, como el reconocimiento de diferentes tipos de sal (como alimento para los seres humanos, para los animales y medicamento para las diferentes dolencias). Las
salinas constituyen un espacio diverso, los indígenas que trabajamos la sal conocemos los sitios donde encontrarla. El manejo racional
de la misma ha sido una concepción ancestral de las comunidades, evitando su extracción fuera de control.
Esta práctica como herencia ancestral de los mayores, se ve ignorada, vulnerada y desterrada por las nuevas iniciativas de extracción
de mineral a gran escala (litio, plomo, cobre, zinc, bórax y otros), que privilegian la tecnología y desprecian la mano de obra para maximizar ganancias, sin importar sus consecuencias aunque éstas modifiquen, agredan y degraden el territorio. No nos resistimos al uso
de herramientas tecnológicas siempre que sustenten la extracción de la sal de forma racional. A esta realidad se agrega la ausencia del
Estado como contralor, y por el contrario, una política económica a favor de las empresas extractivas, el sobreuso y la contaminación de
los cursos de agua, la afectación de glaciares y otros recursos naturales y la pérdida de territorios, entre otros.
En este sentido, debe tenerse en cuenta que las familias originarias tienen un lugar determinado para su Pachamama, para ofrendarla
y challarla todos los años. Este lugar no cambia, siempre es el mismo por generaciones; mudar los sitios sagrados es atentar contra la
cosmovisión profunda de las comunidades y puede significar un daño profundo en nuestras creencias y vivencias. Este lugar es donde
se han hincado nuestros abuelos y padres, para agradecer, pedir y compartir; este lugar no tiene un precio económico.
Los “ojos de agua” (vertientes) son autoridades que hay que respetar, son sagradas porque son fuente de vida, para tocarlos antes hay
que challarlos, pedirles permiso. Todo es parte de la cosmovisión, atentar contra nuestra Pachamama “Madre Tierra”, es atentar contra
la preexistencia de una cultura ancestral.
Existe además una relación afectuosa y de familia con todo el entorno. Por las señas que brindan los animales silvestres como el puma
o el zorro sabemos cómo será el año, si será seco o lluvioso. Por su parte, las plantas silvestres con su floración advierten cómo será el
clima. El mismo clima es familia, es común escuchar que la granizada castigó algunos cultivos y otros no, porque “tiene su camino”. Esta
relación espiritual con el medio natural debe respetarse, y cualquier intervención debe realizarse en conversación y respeto a esta cultura.
La organización comunitaria en el territorio
Si bien cada comunidad indígena de la Cuenca cuenta con una organización comunitaria propia, a partir del año 2010 frente al avance
de las empresas mineras de litio comenzamos un proceso de articulación y agrupamiento para tratar la implicancia de la actividad.
La incipiente organización derivó en la conformación de la Mesa de Comunidades, la cual se reúne mensualmente para tratar diferentes
asuntos relacionados con las problemáticas comunitarias, como así también, compartir espacios de reflexión y espiritualidad.
En este proceso tuvieron y tienen gran participación las mujeres de las comunidades. Ya desde tiempos antiguos son quienes han trabajado a la par del hombre en la producción artesanal de sal, que como dijimos es entendida como una actividad enraizada en la identidad
profunda comunitaria. Compartimos el protagonismo en la lucha, aportando en Asambleas y en acciones tanto unos como otras, sin
distinción desde sus propias percepciones y valoraciones, siendo considerados todos los aportes por igual. En distintas oportunidades
hubo que participar de diferentes reuniones con funcionarios nacionales e internacionales o realizar presentaciones en los medios de
comunicación siendo criterio de la Mesa que la elección de los representantes siempre debía respetar la igualdad de hombres y mujeres.
Cada reunión de la Mesa se realiza en diferentes comunidades del territorio de la Cuenca, allí reflexionamos, nos formamos y decidimos
los pasos a seguir. Hemos planteado y ejecutado acciones comunitarias:
1) En lo Organizativo: asambleas, reuniones, talleres de capacitación, eventos de ferias, áreas de trabajo, etc.;
2) En lo Comunicacional: difusión de las diferentes problemáticas en las comunidades y a través de medios de comunicación,
tanto local como nacional e internacional;
KACHI YUPI - HUELLAS DE LA SAL 13