La IMPLEMENTACIÓN del DERECHO a la CONSULTA PREVIA en PERÚ que pueden ayudar a medir la implementación práctica: institucionalidad pública, ámbitos de aplicación de las consultas realizadas, y adecuación cultural de los procesos. 1. Panorama regional: ¿extractivismo versus consulta previa? Las actividades extractivas en el continente tienen una larga historia. Si bien la exportación de recursos naturales ha acompañado la historia latinoamericana, en bonanza y en crisis, diversas cifras dan cuenta de que la llegada del siglo XXI trajo consigo un aumento significativo de las extracciones mineras y petroleras en el continente.2 Como afirma Harvey, la importancia renovada de las industrias extractivas en la economía contemporánea ha generado una competencia transnacional por los recursos naturales y, por tanto, por los territorios no explotados aún (Harvey 2003). Hoy en día, el extractivismo minero, petrolero y agrícola presenta unas características particulares que vale la pena mencionar (Gudynas 2015). 12 Esta ampliación en el actual escenario regional viene dada no solo en términos cuantitativos, sino en varios otros sentidos. Siguiendo a Gudynas, puede decirse que se presenta, por un lado, una importante proliferación de las actividades extractivas en todo el continente, así como una ampliación hacia nuevos lugares antes no explotados. Por ejemplo, en el caso del petróleo, se redobla la presión para explotar la Amazonía —en países como el Ecuador—; o países en los que no existían proyectos de gran minería a cielo abierto—como el Ecuador y el Uruguay—, ahora promueven emprendimientos de este tipo. El segundo aspecto se refiere a la diversificación a nuevos rubros; por ejemplo, países con tradición minera la han ampliado a nuevos tipos de minerales —como la Argentina y Bolivia en su intención de explotar litio—, o zonas dedicadas antes a la ganadería hoy se vuelcan a monocultivos para exportación. El tercer elemento viene dado por la mayor apropiación de recursos naturales en términos de volumen e intensidad. Se utilizan grandes excavadoras y plataformas petroleras con múltiples pozos; se incorporan nuevas tecnologías como innovaciones para la separación de minerales, nuevos tipos de explosivos, entre otros elementos que dan cuenta de una gran magnitud de los proyectos extractivos en la región (Gudynas 2015: 2636). Asociado a ello, un elemento común en el continente es la multiplicación y agravamiento de la conflictividad social en los espacios físicos en los que estas actividades se desarrollan. Si bien puede reconocerse que las actividades de extracción y de inversión en general contribuyen de diversas maneras a la lucha contra la pobreza y desigualdad, y favorecen procesos de desarrollo económico, es innegable que tienen también impactos negativos de carácter ambiental, 2 El volumen de minerales extraídos prácticamente se duplicó en los países sudamericanos a lo largo de la última década: llega a cerca de 600 millones de toneladas por año. Las exportaciones mineras de América Latina pasaron de 52 700 millones de dólares aproximadamente en el 2000 a 203 083 millones de dólares en el 2012 (base de datos de la Comisión Económica para América Latina citada por Gudynas 2015).

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