La IMPLEMENTACIÓN del DERECHO a la CONSULTA PREVIA en PERÚ
Por otro lado, en el trabajo de campo para identificar a los pueblos indígenas
u originarios que deben ser consultados, el VMI ha identificado que estos, en
el ámbito territorial, no solo se organizan como comunidades, sino también
como caseríos, centros poblados, asentamientos, entre otros; estas diversas
manifestaciones se engloban en el término localidades. Este ha sido un avance
importante, y es a partir de los procesos de consulta que el Estado reconoce de
forma oficial otros ámbitos geográficos donde se asientan los pueblos indígenas.
Por ejemplo, en la consulta del lote 175 fueron consultados comunidades, caseríos,
fundos y asentamientos con población indígena.
Asimismo, el reconocimiento e incorporación de las organizaciones de mujeres en
los procesos de ámbito nacional también es un aspecto que debe ser resaltado, ya
que al inicio se consideraba que ya estaban representadas por las organizaciones
indígenas nacionales. Sin embargo, las mujeres indígenas lucharon para que
se incluyera a sus organizaciones como actoras del proceso, porque de no estar
presentes —como señaló una dirigente de la Organización Nacional de Mujeres
Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (Onamiap)— no se habrían visibilizado
sus propuestas: «Así es como en la consulta del RLFFS hemos podido sacar
nuestras propuestas al aire, porque si íbamos en grupos con los hombres, no nos
dejaban participar».
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Y como bien señala Leiva (2014), solo en la medida en que los pueblos indígenas
u originarios consigan que sus propias instituciones sean incorporadas y
reconocidas como parte de una práctica política cotidiana alcanzarán un mayor
nivel de consolidación como sujetos colectivos de derechos. Asimismo, a partir
del reconocimiento que el Estado otorgue a las instituciones indígenas como
interlocutoras y representantes válidas, los pueblos indígenas podrán establecer
una relación y manifestación política más plena con el Estado.
c) Fomentar el encuentro de racionalidades
En los procesos de consulta, no solo deben estar presentes los aportes de las partes
que dialogan en el diseño, la metodología y el contenido, sino que el proceso
también debe generar espacios para la expresión de las diferentes racionalidades
que dialogan.
Y es que nuestras formas de pensar, entender y actuar en el mundo forman parte
de nuestra cosmovisión y cultura. Y como bien lo explica Tubino (s. f. b), existe
una racionalidad analítica-instrumental que surge con la modernidad, cuya forma
de conocimiento consiste en analizar y descomponer lo complejo para luego
recomponerlo mediante la síntesis. Esta racionalidad es propia de la ciencia y es
profundamente teórica y pragmática, y conlleva un elevado grado de abstracción.
Por otro lado, los pueblos indígenas utilizan más bien una racionalidad analógica,
basada en símbolos, los que se articulan de forma distinta a los conceptos de la
racionalidad analítica-instrumental.
Son dos lógicas diferentes que operan con reglas y criterios distintos. Que ordenan
mundos diferentes porque responden a vivencias completamente distintas de la