Protocolo Autónomo–Mandato- del Pueblo Arhuaco- de la Sierra Nevada de Santa Marta para el relacionamiento con el mundo externo incluyendo la consulta y el Consentimiento previo, libre e informado El ánugwe -espíritu o pensamiento- no muere cuando muere el Guchu, sino que regresa al lugar sagrado de donde proviene, y a él se le debe también seguir cuidando y retribuyendo. Para la perpetuidad de la vida interesa conservar el equilibrio natural entre el mundo espiritual que está en Tikurigun y el mundo físico o material Tina´naba. Es así como se puede garantizar que las futuras generaciones puedan encontrar el mismo potencial de vida cultural, material y espiritual. Todos los seres del mundo natural poseen padre y madre espirituales –Kaku awiri Zaku jina- que están distribuidos y representados en un cerro, una laguna, una piedra, un manantial, un árbol, o en cualquiera de los seres de la naturaleza. Los Kaku jina y Zaku jina son la fuente de vida de cada ser. En ese sentido, todo ser tiene un origen y un dueño, al que se le debe retribuir mediante procedimientos señalados por la Ley de Origen, por el servicio que sus “hijos espirituales” nos prestan. Si talamos árboles y no retribuimos a sus Padres espirituales, sufriremos enfermedades u otros trastornos en nuestras vidas, que constituyen sanciones de las fuerzas naturales. Cuando el Iku -Arhuaco- sufre dificultades tales como: Enfermedades, incomprensiones o problemas con sus semejantes, calamidades causadas por fuerzas naturales como vientos, lluvias, fuego. Y con ello la pérdida de cosechas o de animales de cría, e inclusive, en el peor de los casos, la muerte del individuo mismo; debe buscarse la explicación del origen del mal en la Ley de Origen, que seguramente fue violada en alguno de sus mandatos, produciéndose una perturbación del orden ideal que trasciende al mundo material. 13

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